viernes, 27 de enero de 2012

La energía en nuestras vidas (2/2)

......Y, ¿cómo nos afecta todo esto? ¿Qué podemos hacer en nuestro circulo de influencia, el cual es en la mayoría de los casos minúsculo? 

Podemos decir que el efecto primero que detectamos es que pagamos más por la bombona de butano, por los mismos litros de gasolina que compramos en la gasolinera  y que los recibos de electricidad son más caros. En definitiva, que la energía es más cara, por lo que para conseguir los mismos efectos que antes, necesitamos más dinero.

Se podía hacer toda una disertación medioambiental de lo que podemos hacer para ayudar al planeta de manera que paremos el cambio climático, pero no es el caso que nos ocupa.

¿Alguno de los lectores está dispuesto a cambiar su hábitos de vida actuales dejando de usar el coche, el teléfono móvil, el televisor, el aire acondicionado, el frigorífico o la iluminación para que no se consuma tanta energía, de manera que se deje de enviar a la atmósfera CO2, el responsable según los científicos del calentamiento global y por tanto del cambio climático?

No creo que haya muchas personas que hayan respondido a esta pregunta de manera afirmativa y que se encuentren con ganas de cambiar, como indiqué antes, sus hábitos de vida en este sentido.

Pero, entonces, ¿qué podemos hacer?

Podemos hacer muchas cosas. Lo primero es concienciarnos de que necesitamos la energía y que ésta no se puede desperdiciar; porque cada vez la energía será más cara, incluso más de lo que nos imaginamos y no en muchos años veremos grandes subidas de las tarifas.

A partir de ese punto, vamos a reducir nuestra actividad en dos frentes:

1.- Cuando tengamos que comprar algo que consuma energía, como un frigorífico, una lavadora, un coche, un aparato de climatización o una casa, merecerá la pena pagar algo más por aquellos productos que se nos certifique que consumen menos energía que otros, porque a lo largo de la vida de ese producto, el sobrecoste que habremos pagado por consumir menos energía nos habrá ahorrado mucho dinero en las facturas de electricidad, butano o gasolina.

Nos puede servir para ello el etiquetado energético que todo producto debe llevar (incluso las casas desde el año 2007) y que da idea del consumo energético    respecto a otros que hagan lo mismo. La letra A indica que es el elemento que consume menos energía para hacer un trabajo determinado, y la letra G indica que es el elemento que consume más energía para hacer el mismo trabajo que la anterior máquina.
2.- Utilicemos más eficientemente los aparatos que tenemos. ¿Y eso, cómo se consigue?

Veamos algunos ejemplos sencillos.

Cuando abrimos el frigorífico o el congelador, dejemos la puerta abierta el tiempo exclusivo de introducir o sacar los productos del mismo, pues mientras se encuentre abierta la puerta la energía en forma de frio se va y se pondrá en funcionamiento el compresor de la máquina para generar el frio que hemos desperdiciado.

Apaguemos aquellas luces de estancias en las que no nos encontremos o aparatos como televisores o radios.

Cuando en verano o en invierno utilicemos los aparatos de climatización, no queramos producir el cambio climático en nuestra casa u oficina. Es decir, tener que ir en mangas cortas en invierno y en mangas largas en verano. Las temperaturas en las que la mayoría de las personas se encuentran a gusto son entre 18 y 21ºC en invierno y entre 24 y 27ºC en verano.

Por lo tanto, si aún no tenemos la conciencia medioambiental por la que cambiar nuestros hábitos de vida, la salida continua del dinero del bolsillo, debido a tener máquinas poco eficientes en nuestro hogares o a tirar la energía sin que nos haya servido, hará que pensemos un poco más en qué podemos hacer nosotros para consumir menos energía.




ver La energía en nuestras vidas (1/2)

Publicado en la revista Marzagón 2011, por Etelia arquitectura e ingeniería S.L.P.

martes, 17 de enero de 2012

La energía en nuestras vidas (1/2)




“LA ENERGÍA NO SE CREA NI SE DESTRUYE. SÓLO SE TRANSFORMA”.

Esta es la Ley de conservación de la energía, enunciada por Lavoisier a finales del siglo XVIII.

Nosotros andamos, corremos, pensamos…, levantamos un brazo, movemos los ojos. Realizamos múltiples actividades; las cuales, para poderlas llevar a cabo necesitamos tener energía en nuestro ser, transformándola en movimiento, ya sea físico o mental.

Dicha energía la conseguimos mediante transformaciones metabólicas de los alimentos que ingerimos.

Si nos paramos a pensar, en cualquier acción cotidiana de las que realizamos normalmente, la energía se nos muestra a nuestro alrededor de alguna manera.

Pongamos algunos ejemplos:
Al iluminarnos con una lámpara incandescente (la célebre bombilla), al pasar la energía eléctrica por el filamento, lo calienta hasta tal punto que se transforma la energía eléctrica en dos tipos de energía: Lumínica (que es la que íbamos buscando) y la energía Calorífica (siendo ésta una energía residual, pues no es la que pretendíamos encontrar).
En invierno, cuando encendemos una chimenea, convertimos la energía que toda materia tiene, en calor, siendo en este caso lo que buscábamos, y cuando encendemos un radiador eléctrico, se convierte la energía eléctrica en calor (energía calorífica).

Cuando nos desplazamos en un vehículo con motor de combustión, se transforma la energía que tiene la gasolina en movimiento (energía final) y calor (energía residual).

Por lo tanto, todas y cada una de las cosas que nos rodean en nuestra vida diaria; el teléfono móvil, la radio, el televisor, el ordenador, la iluminación, el frigorífico, el aire acondicionado, la vitrocerámica, consumen un tipo de energía determinada y nos dan como resultado otro tipo de energía; aunque no toda ella es siempre útil, sino que en la mayoría de los casos hay una parte de energía que tiramos, casi siempre en forma de calor.

Pero, no es además menos cierto que, en las sociedades, uno de los parámetros que sirven para medir su nivel de desarrollo es la cantidad de energía que consume. Mientras más avanzada es una sociedad, más energía consume.

Diariamente recibimos informaciones a través de los medios de comunicación del cambio climático, la subida de las temperaturas, el agujero de ozono, la subida de las tarifas eléctricas, de la gasolina, de la bombona de butano,… 

Y, ¿cómo nos afecta todo esto? ¿Qué podemos hacer en nuestro circulo de influencia, el cual es en la mayoría de los casos minúsculo? .....



Publicado en la revista Marzagón 2011, por Etelia arquitectura e ingeniería S.L.P.